Responde a esta pregunta: ¿eres libre? ¿puedes ir a dónde quieres? ¿decir lo que piensas? ¿eres dueño de tu vida?
Si rascamos la superficie de esta libertad nos encontramos pronto con leyes polémicas, cuando no sin sentido, porque nuestra propia moral no es suficiente, de burocracia alienante, de impuestos, cuyo nombre ya deja claro su inevitabilidad. Todo lo que sabemos está condicionado, la famosa "libertad de prensa", es una expresión humorística tan cotidiana como "mamá mamá" o "van un inglés, un francés y un español". Dónde deberían haber derechos, hay precios. Tus datos se venden, tu trabajo se vende, tu casa se vende. Nuestra vida está en venta, pero tenemos la suerte de que nadie la quiera comprar.
En este contexto orwelliano, la música cumple, como medio y como lenguaje, una labor de denuncia social indispensable. Probablemente el género que con mayor frecuencia se asocia a esta función sea el rap enmarcado dentro de la cultura hip hop, tan denostada en nuestro país. - ¿Todo este rollo para hablar de rap? Sí. Como diría el gran Zatu: El hip hop en español te aburre, hijo de puta que te ocurre?
Bromas aparte, merece la pena recordar que entre las pulcras y aseadas calles de la radiofórmula española, existe un callejón dónde huele siempre a pintura fresca de grafiti, una base suena sobre los platos de una mesa de DJ, mientras MC's improvisan unas rimas que llevan garabateadas en un cuaderno y B-Boys se enfrentan en batallas de baile sobre el asfalto. Pon las manos en el aire si sabes de lo que hablo.
Y como abanderado de mi defensa, traigo esta canción de "Los Chikos del Maiz" (Pasión de Talibanes 2011) . Una banda valenciana que cuya música es presentada siempre con etiquetas como polémica, subversiva, afilada, hiriente, reflexiva, reaccionaria. Imposible quedar indiferente ante tal despliegue de fuerza.
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