miércoles, 25 de junio de 2014

Rolling Stones - Don't stop

Llaman a la puerta. No es un timbre cualquiera, suenan los primeros acordes de Simpathy for the Devil. Observas con miedo las cuatro sombras que entran en la habitación. Un fuerte olor a azufre llena el aire.

En pie. Mano al pecho. Mirada al frente. No hay tridente, ni corona, pero no ignoras quienes son. No eres tan estúpido:

Sus satánicas majestades. Los decanos del Rock&Roll, los incombustibles, los reyes, los inmortales. Te acercas reptando de rodillas a los pies de Sir Jagger, sin valor a levantar la cabeza. Ves esas botas que han pateado posaderas de los 60, nalgas de los 70, traseros de los 80, panderos de los 90 y en general un montón de culos a lo largo y ancho del globo y las besas, como tantos habrán hecho en su vida (incluyendo a David Bowie).

"Yo soy más de los Beatles" - comenta con tono estridente, tu novia a tu lado. Un rayo sesga de cuajo su vida y las cenizas vuelan a tu alrededor. Haberlo pensado mejor.

La lista de adjetivos y descripciones de esta banda podría llenar la biblioteca nacional, según un reciente estudio inventado por mi, no merece la pena añadir más leña a esta hoguera, que es el mismísimo infierno. Hoy tocaron en Madrid otra vez, su "último concierto", permitidme que me ría. No te engañes, estos tíos no paran. Son el material del que se hace la gasolina, la crema que le ponen a los pasteles que llevan stripper dentro, ellos cagan las semillas de las que sale la planta que fuman los chicos malos de tu colegio, son la droga que te meten en el red bull, son el alpha, el omega, la V de Vicio, y las R's del Rock&Roll.

Son la hostia. Y no paran.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario