La música de Nacho Vegas no tiene respuestas para nada. Sólo preguntas, que se cierran sobre sí mismas en una espiral de duda y miedo que angustia y te atrapa con ese lamento que tiene por voz. Sus canciones son poemas escritos con furia pero con tristeza; con orgullo, pero con dolor; lo que le ha valido el calificativo de autor maldito, que le acompaña como un aura en todas sus canciones.
En Crujidos (El manifiesto desastre, 2008) suenan las articulaciones oxidadas que no movemos en el día a día, la parte del alma que no usamos. Los días del calendario, los lugares que visitamos, crujen bajo nuestros pies mientras huimos de ellos hacia adelante, hacia otro lugar, lejos de ellos y de ti, condenados a tropezar y volver a empezar. Pero como dice Nacho:
Que es jodido ya lo sé,
Pero no es dramático,
Esto no es tan trágico,
Esto no es un drama, no,
Te diré mil cosas por las que llorar...
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